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Cambio climático
El mejor antídoto contra el cambio climático: la neutralidad de carbono
10/10/23 | Publicado por TheCircularLab

Según el Parlamento Europeo, la neutralidad de carbono se consigue cuando se emite la misma cantidad de CO2 a la atmósfera de la que se retira por distintas vías. Alcanzar la neutralidad de carbono supone todo un reto teniendo en cuenta nuestros niveles de dependencia de los combustibles fósiles, pero se trata de un escollo imprescindible en la lucha contra el cambio climático y la UE mantiene un firme compromiso de alcanzar la neutralidad del carbono para el año 2050. 

Entender cómo actúa el CO2 

La relevancia del CO2 reside en su efecto sobre las condiciones climáticas del planeta. Hablamos de un gas de larga permanencia, es decir, que tiene la capacidad de mantenerse activo en la atmósfera durante mucho tiempo: en torno al 50% del CO2 emitido a la atmósfera tardará 30 años en desaparecer, un 30% permanecerá varios siglos y el 20% se mantendrá en ella durante varios millares de años.

Las emisiones de CO2 permiten que entre radiación en nuestra atmósfera, pero no impiden que esta salga de ella, de modo que el calor queda retenido, provocando un aumento de la temperatura terrestre. A lo largo del S. XX la temperatura de la tierra aumentó en 0,6ºC y se prevé que en el S. XXI aumente entre 1 y 5ºC, lo que repercutirá en la subida del nivel del mar, incrementará los fenómenos de erosión y salinización en áreas costeras, influirá en la supervivencia de determinadas especies, aumentará la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos…

Cómo neutralizar el carbono emitido 

La reducción de CO2 es esencial en la lucha contra el cambio climático porque, aunque no es el único gas que influye en el efecto invernadero, (a él se suman gas metano, óxido nitroso, gases fluorados…), es el que el ser humano produce en mayor cantidad a consecuencia de sus actividades.  

Hablamos de un gas que ha existido siempre (en la antigüedad su origen se ligaba principalmente a la actividad volcánica, geiseres o rocas carbónicas), y la naturaleza es capaz de regularlo, ya sea a través de árboles y plantas, que lo metabolizan mediante la fotosíntesis y lo convierten en biomasa (por tanto, los bosques y cultivos ocupan un papel esencial). O a través de los mares y océanos que, mediante el plancton, los corales, los peces, las algas y otras bacterias fotosintéticas eliminan lentamente el CO2). 

Según datos del Banco Mundial, la mitad del CO2 procedente de actividades humanas que encontramos en nuestra atmósfera, es fruto de la quema de combustibles (carbón, gas natural y petróleo) para producir electricidad. El 20% es fruto de la quema de carburantes en medios de transporte y el 19% de procesos industriales.    

Se calcula que en la actualidad los niveles de CO2 en nuestra atmósfera son superiores a los del inicio de la era industrial en un 45%.  Fue a partir de la industrialización cuando empezó a producirse la descompensación cuyas consecuencias estamos empezando a sufrir y, para más gravedad, es a su vez el cambio climático el que reduce la capacidad neutralizadora de los océanos y las especies vegetales. 

Acciones para lograr la neutralidad del carbono 

En 1997 el Protocolo de Kioto marco el punto de partida en la lucha contra las emisiones de gases de efecto invernadero y desde entonces hasta ahora los gobiernos de los países miembros de la ONU trabajan desde entonces para lograr la neutralidad de carbono focalizándose en dos líneas de acción: 

  • Reducir. La primera opción a la hora de reducir emisiones es tratar de minimizarlas. Esto significa optar por medidas de eficiencia energética y por  tecnologías no contaminantes (maquinaria innovadora en industria, transporte que no recurra a combustibles fósiles, consumo de cercanía…). 
  • Compensar. No siempre es posible reducir el impacto de una actividad sobre el medio ambiente y, en esos casos, para lograr la neutralidad cero será necesario optar por la compensación, equilibrando las emisiones emitidas en un sector y lugar determinados mediante la reducción de CO2 en otro lugar. Esto se traduce en inversiones en energía renovable, reforestación, acciones medioambientales específicas a través de ONGs… 

En la Unión Europea, el paquete de medidas Objetivo 55 planteó en 2020 una serie de propuestas cuyo objetivo era revisar y actualizar la legislación de la UE y poner en marcha nuevas iniciativas que garantizasen que las políticas se ajustarían al objetivo acordado por el Consejo y el Parlamento Europeo de reducir las emisiones de la UE en al menos un 55% para 2030, y que sea climáticamente neutra en 2050. 

Desde entonces los países miembros trabajan para alcanzar este objetivo poniendo especial foco en las siguientes medidas:  

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