Reciclaje electrónico
Reciclaje electrónico: ¿qué ocurre con la tecnología que desechamos?
06/06/23 | Publicado por TheCircularLab

Si reflexionamos acerca del número de teléfonos móviles que hemos tenido hasta la fecha, probablemente, nos cueste dar con una cifra concreta. Consumimos muchos productos electrónicos, seguro que más de los que sospechamos. En concreto, se estima que en la UE cada ciudadano genera más de 20 kilos de basura tecnológica al año. 

Dada la situación climática, medioambiental y de explotación de recursos naturales, el reciclaje de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (denominados RAEEs), de las pilas y de las luminarias que incorporan multitud de aparatos, se ha convertido en un asunto prioritario.  

La importancia del reciclaje electrónico 

El desarrollo de nuestra sociedad en el modo en que lo ha hecho, especialmente en las últimas décadas, lleva asociada una degradación medioambiental que empieza a dar muestras de su gravedad. Transitar hacia modelos de consumo y producción sostenibles es urgente, y en dicho objetivo la economía circular juega un papel fundamental: reducir el consumo, reutilizar bienes que están en buenas condiciones, reparar los que no y reciclar aquellos que han terminado su vida útil deben convertirse en acciones habituales. 

Según un informe realizado por la Plataforma para Acelerar la Economía Circular (PACE) y la Coalición de Residuos Electrónicos de la ONU, en todo el planeta se crean al año unos 50 millones de toneladas de residuos electrónicos y eléctricos (también llamados e-waste) y las previsiones estiman que en 2050 se alcanzarán los 120 millones de toneladas. 

Las características particulares de los elementos electrónicos hacen que su reciclaje sea especialmente crítico debido a varios motivos:  

  • Se trata de elementos en los que intervienen multitud de componentes: vidrio, plástico, metales… El reciclaje permite separarlos y devolverlos al ciclo productivo, con el impacto medioambiental positivo que esto tiene. 
  • En la fabricación de muchos aparatos electrónicos intervienen materiales tóxicos (cadmio, plomo, óxido de plomo, antimonio, níquel o mercurio), que, de no ser gestionados correctamente pueden terminar en el aire y el agua, con el riesgo que esto supone para el medioambiente y la salud de plantas, animales y personas. 
  • Se trata de un tipo de residuo que, debido a los modos de vida actuales, tenderá a crecer. Entran en juego los denominados “nuevos residuos”: paneles solares y baterías procedentes de vehículos eléctricos, cuyo volumen no dejará de aumentar en los próximos años como resultado del proceso de descarbonización de nuestra economía. 
  • El reciclaje electrónico es fuente económica y de empleo. El sector de reciclaje de RAEE y pilas generó más de 7.500 puestos de trabajo directo.  

Según el Informe Recyclia sobre Tendencias en la industria del reciclaje de RAEE y pilas en España, en 2019 (último año disponible), se recogieron 371 toneladas de residuos electrónicos y pilas en España, lo que supone un incremento interanual del 11,6%. Esta cifra representa el 55% de las toneladas de AEE puestos en el mercado en el trienio anterior, superando ampliamente el objetivo establecido por la Unión Europea del 45%. España se sitúa por encima de la media de la UE en reciclaje electrónico con un 48,5%, y aventaja a economías como la alemana, la francesa o la italiana. 

¿Cómo se reciclan los productos electrónicos? 

Cuando hablamos de productos electrónicos y eléctricos nos referimos a una amplísima variedad de elementos: teléfonos móviles y sus accesorios, ordenadores y sus accesorios, productos de transmisión, transformación, acumulación y medición de energía… El proceso de reciclaje está diseñado de tal modo que permite optimizar al máximo su gestión en un proceso estandarizado en varias fases: 

  • Recogida a través de puntos limpios y puntos limpios móviles, y transporte a los centros de gestión. 
  • Recepción del material y almacenaje. Los productos desechados llegan a las plantas de tratamiento y se almacenan prestando especial atención a evitar posibles contaminaciones y derrames. 
  •  Pesado. Con el objetivo de poder cuantificar el volumen de aparatos asumidos por cada instalación, se realiza un pesaje previo a su tratamiento.  
  • Clasificación. Para poder optimizar el reciclaje, se retiran materiales contaminantes y se entregan a un gestor autorizado de residuos peligrosos (siempre que se encuentren en cantidades suficientes como para hacer esta operación eficiente). 
  • Tratamiento. En esta fase los elementos electrónicos se fragmentan con el objetivo de recuperar la mayor cantidad posible de materiales que se distribuirán en diferentes fracciones.  

En el caso de nuestros teléfonos móviles, nos encontramos con que el 45% del material extraído es plástico, lo que permite reutilizarlo como materia prima en otras industrias. Posteriormente, a través de tratamientos mecánicos es posible recuperar metales valiosos como aluminio, hierro, cobre, plomo, oro y plata. Del cargador se recicla el 100% y del teléfono, el 97%, sólo quedan fuera las baterías, que se separan y son enviadas a una planta de tratamiento o se almacenan en un depósito de seguridad. Su parte plástica se condensa en vapor y se vitrifica para ser reutilizada, por ejemplo, en asfalto. Las partes metálicas se recuperan a través de un horno de fusión y luego se utilizan en la industria automovilística. 

El futuro del reciclaje de objetos electrónicos 

En España el reciclaje de los residuos de aparatos electrónicos es obligatorio desde 2005, pero el nivel de concienciación que estamos experimentando hace que en los últimos años no paren de realizarse avances en materia de reciclaje. 

A esto se suman los fondos Next Generation EU, que se presentan como una oportunidad para promover la economía circular y apoyar inversiones para mejorar la dotación de infraestructuras y capacidades para el tratamiento de RAEE y baterías usadas.  Concretamente, el Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE) en Economía Circular, contempla una línea específica de ayudas para impulsar la circularidad de bienes de equipo para energías renovables, entre los que se incluyen los paneles fotovoltaicos y las baterías procedentes de la movilidad eléctrica.  

Existe además otra línea de actuación del PERTE en Economía Circular, dotada con 192 millones de euros, para impulsar la economía circular en la empresa, a la que podrán acceder empresas y agentes de la cadena de valor del reciclaje de RAEE y pilas. A través de ella se proporcionará apoyo a proyectos vinculados con el ecodiseño, la reducción del consumo de materias primas vírgenes, y la mejora de la gestión de residuos.

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