¿Puede Europa liderar el cambio hacia la circularidad?
09/06/2021

Como es bien sabido la Unión Europea cuenta con un sólido plan para lograr una economía circular hacia mediados de siglo. La cuestión es que, dada la globalización de la economía, conseguir la circularidad en una región del mundo puede ser meritorio, pero también insuficiente. Negar la aspiración universal del nuevo paradigma económico sería como olvidar que, a efectos medioambientales, debe ser la Tierra el ámbito de transformación.   

Afortunadamente, la Unión Europea siempre ha sido consciente de esta necesidad y ahora la ha hecho claramente explícita a través de un documento publicado por la Comisión con el título Liderar el camino hacia una economía circular mundial: situación actual y perspectivas 

La tesis central de este documento es que la UE no puede cumplir, ella sola, la aspiración de lograr una economía circular climáticamente neutra y eficiente en el uso de los recursos. A partir de aquí explora las posibilidades para promover el cambio aprovechando distintas oportunidades y con la adopción de las medidas pertinentes y el impulso de acciones efectivas. 

Salvar el futuro

El punto de partida –o si se quiere la justificación– del documento es una serie de datos prospectivos de los que no se habla demasiado, pero que probablemente ejerzan un papel transformador del mundo que conocemos mucho mayor que la tecnología. Son los siguientes: en 2060 la población mundial habrá superado los 10.000 millones de personas y, según la OCDE, los países hoy llamados emergentes habrán alcanzado el nivel de los desarrollados.  

Esta convergencia de factores tendrá un impacto sin precedentes sobre el medio ambiente con unos efectos impredecibles. Y aquí es donde la economía circular puede marcar la diferencia para que el planeta siga siendo un lugar en el que merezca la pena vivir.   

Liderar el camino hacia una economía circular mundial: situación actual y perspectivas  repasa en primer lugar los sectores clave para actuar de forma preferente: las principales cadenas de valor mundiales; los recursos materiales; la construcción y la urbanización; los residuos y el agua.  

Para cada uno de ellos el documento ofrece los datos clave que definen el estado de la cuestión así como el papel que la Unión Europea juega como actor internacional.  Pero este papel no se comprende con generalidades sino con ejemplos. Uno bastante ilustrador es que hasta 2019 los buques con pabellón de la UE solían desmantelarse en países del sur de Asia y en condiciones perniciosas para la salud de los trabajadores y para el entorno. A partir de ese año estos buques solo pueden desmantelarse en instalaciones que hayan sido previamente aprobadas por la UE.  

Hay que tener en cuenta que la UE tiene un peso muy grande en el mercado mundial de residuos: a mediados de la pasada década exportaba 40 millones de toneladas de residuos a terceros países. Incidir en este aspecto y, en particular, atajar  el comercio ilegal de residuos significaría poner fin a una de las formas más graves de delito ambiental.  

Países en desarrollo

El documento destaca que la transición hacia la economía circular, no solo es importante para las economías desarrolladas, sino que es especialmente relevante para los países en desarrollo. Esta visión es muy propia del siglo XXI y supera la mirada pseudocolonial que planteaba el “ya llegarán, que vayan a su ritmo”.  

El argumento para el avance simultáneo hacia la circularidad de todo el planeta es que, al posponer dicho avance, los costes sociales y ambientales, frenen las ambiciones de los países en desarrollo y los suman de nuevo en la pobreza de la que partieron.  

Liderar el camino hacia una economía circular mundial: situación actual y perspectivas  puede leerse también como una útil recopilación de iniciativas, pactos, acuerdos y medidas multilaterales en el terreno ambiental, que es en definitiva el marco en el que la circularidad puede prosperar.  

Es muy remarcable también el apartado dedicado a describir cómo trabaja la UE concretamente en este terreno con países como China, Indonesia, Japón, India y diversos estados de América Latina. Sin olvidar cómo el Pacto Verde y la economía circular están integrados en toda la acción exterior de la UE, y cómo la retórica diplomática esta dando paso a acuerdos efectivos que cubren desde las prácticas mineras responsables  hasta el  freno al comercio ilícito de residuos electrónicos pasando por la reducción de la basura marina en Asia Oriental. 

Después del Brexit la Unión Europea no representa ni el 6% de la población del planeta, pero su capacidad de influencia persiste debido a su elevada implicación en los flujos económicos mundiales y, sobre todo, a su clara voluntad de transformar unos patrones de desarrollo cada día más obsoletos.