Tres rutas para el packaging
28/01/2022

No hay duda de que un packaging adecuado ayuda a reducir los residuos y las emisiones y contribuye positivamente a la economía circular. La cuestión es qué caminos hay que seguir para llegar a obtener envases con unas características que favorezcan los objetivos enunciados. Hoy existen distintos actores que están pensando en cómo afrontar este reto. 

Uno de los más remarcables es el Centro de Investigación Técnica de Finlandia (VTT), una compañía propiedad del estado finlandés, cuya finalidad principal es promover la utilización y comercialización de la innovación tecnológica en el comercio y  en la sociedad en general.  

VTT ha indicado tres rutas a través de los cuales los fabricantes de packaging pueden mejorar sus productos de cara a las demandas ambientales más acuciantes.  

La primera de ellas consiste en apostar por materiales de base biológica elaborados a partir de materias primas sostenibles. En efecto, la transición de plásticos de origen fósil a materiales hechos a partir de materias primas renovables puede reducir significativamente la huella de carbono de los envases.  

El desafío en este camino se encuentra en desarrollar y asegurar una materia prima virgen de origen sostenible a partir de biomasa. VTT está trabajando en diversas posibilidades, entre ellas: residuos alimentarios (como remolacha azucarera o cáscara de cítricos) o biomasa forestal renovable (celulosa, pulpa de madera). Para ser viables, estas alternativas de base biológica deben poseer un alto rendimiento y ser lo suficientemente escalables para la producción comercial. Además, para contribuir a la circularidad, deben ser fácilmente reutilizables, o reciclables. 

La segunda ruta supone impulsar un diseño orientado a la facilidad del reciclaje, que simplifique el uso de materiales de los envases y su disposición para permitir un reciclaje sencillo. Algunos envases de determinados alimentos, por ejemplo, suelen estar compuestos por capas de diferentes materiales poliméricos, lo que hace que el reciclaje sea más complejo. Esta complejidad puede reducirse o, si no es posible por una cuestión de prestaciones, ser diseñada de tal manera que sea posible separar sin demasiado esfuerzo los diferentes materiales. 

La tercera ruta pasa por la mejora de la mejora la biodegradabilidad. Actualmente, la mayoría de envases se biodegradan muy lentamente. Por esta razón la investigación está volcada al desarrollo  de nuevos materiales de embalaje con una biodegradabilidad mejorada, ya sean de origen biológico o de materias primas fósiles. Una línea de investigación es la creación de soluciones de reciclaje biotécnicas, como la identificación de microbios y enzimas degradantes del plástico. El proyecto PlastBug iría en esta línea. 

Estas tres rutas conducen a un mismo lugar a las empresas: prepararse adecuadamente para un escenario con nuevos retos derivados de los objetivos marcados en el plan de acción para la Economía Circular. Para 2030 todos los envases existentes en el mercado de la UE deberán ser reutilizables o reciclables de una forma económicamente viable. 

Métricas para la circularidad

Ante estos retos, algunas empresas están desarrollando también nuevas herramientas, que ya son de utilidad, y aún lo serán más en los próximos años. Es el caso de las Métricas de Diseño Circular, desarrolladas por la empresa del sector del packaging DS Smith, que ofrece una visión completa de la circularidad de los envases para poder reducir su impacto en el entorno, según ha divulgado la publicación especializada Residuos profesional. 

Esta herramienta permite visualizar el rendimiento de un diseño de packaging a través de 8 de indicadores: reciclabilidad, contenido renovable, optimización de la cadena de suministro, seguridad para el planeta, huella de carbono, contenido reciclado, uso de materiales y diseño para la reutilización. Con los datos recogidos se pueden identificar las áreas con potencial de mejora.