Calidad del Suelo: Identificando Amenazas y desafíos para su protección
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Leer másLa Unión Europea ya tiene su Ley de Recuperación de la Naturaleza, un paso de gigante para proteger sus entornos naturales y garantizar un futuro menos incierto para la biodiversidad terrestre y marina.
No ha sido fácil que esta Ley viera la luz, porque el camino a recorrer por todas las instituciones europeas es complejo, aunque fue en noviembre de 2023 cuando el Parlamento Europeo llegó un acuerdo con el Consejo de Europa allanando así el terreno para que la Comisión Europea acogiera favorablemente la nueva norma. El siguiente paso se produjo el pasado mes de febrero, cuando el Parlamento aprobó definitivamente la Ley, aunque “por los pelos” (329 votos a favor, 275 en contra y 24 abstenciones).
Ahora, los países miembros de la UE tendrán dos años de plazo para presentar sus respectivas leyes de recuperación de la naturaleza, adaptando la norma europea a sus peculiaridades ambientales y al estado actual de sus ecosistemas.
Además de contribuir a la reducción de emisiones de C02 y mejorar la resiliencia frente a los impactos del cambio climático, los objetivos de la Ley son tan esperados como ambiciosos y necesarios. El principal es implementar medidas para recuperar antes de 2030 al menos un 20% de las zonas terrestres y marinas dañadas, alcanzando el 100% de regeneración de estos ecosistemas dañados en el año 2050. De cumplirse los objetivos de la Ley, dentro de 26 años no habría en el territorio de la Unión Europea ningún espacio natural sin recuperar, o la menos que no tenga un plan o proyecto para ello.
Entre los espacios dañados a recuperar se encuentran ecosistemas de todo tipo como ríos, zonas aluviales, zonas urbanizadas, bosques, costas, fondos marinos…
Muchos se pueden preguntar cómo es el estado de los ecosistemas europeos como para que fuera necesario hacer una ley específica para recuperarlos. La respuesta es que la situación es crítica. Según el seguimiento que hace la UE, el 81% de sus hábitats naturales están en un estado calificado como “deficiente” o “malo”, constatándose un progresivo deterioro desde hace décadas en paralelo a la ineficacia de las medidas que se tomaban para revertir este proceso tan negativo. Por eso, esta Ley es también una especie de auto reconocimiento de la propia UE respecto a la falta de resultados en sus políticas de conservación de la naturaleza.
Hay dos trabajos muy interesantes que han radiografiado la naturaleza europea en los últimos años. Son estudios que han demostrado la mala salud de los ecosistemas y, sobre todo, la altísima presión a la que se ven sometidos, especialmente por el avance de la urbanización, nuevos usos de la tierra, los efectos del cambio climático y el exceso de contaminantes (muy especialmente nutrientes por el uso excesivo de fertilizantes y productos químicos).
Nos referimos al informe sobre el estado de la naturaleza en la UE de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) publicado en 2020 y al trabajo de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES).
En el informe de la AEMA se recogen datos tan preocupantes como que un tercio de los hábitats de la UE están deteriorados, que el 36% de ellos tiene una mala conservación, que solo la mitad de las especies de aves muestran una población estable, que hay una pérdida muy significativa de hábitats necesarios para el proceso de polinización, o que los ecosistemas más degradados son las dunas, las praderas y los pantanos
Esta Ley también es un pilar clave para la Estrategia de Biodiversidad de la EU, enmarcada en las negociaciones mundiales sobre biodiversidad y en el propio Pacto Verde Europeo.
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