Calidad del suelo
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La importancia de tener una buena calidad del suelo
09/02/24 | Publicado por TheCircularLab

Uno de los elementos imprescindibles en el sustento de la biodiversidad es el suelo, donde se desarrolla buena parte de la productividad de plantas y animales, una parte del ciclo del agua y la renovación del aire. Un exceso de nutrientes o pesticidas, los cambios de uso, las malas prácticas ambientales o la contaminación por elementos químicos pueden deteriorar este recurso tan necesario para la vida. 

 ¿Qué entendemos por suelo? 

En la formación del suelo influyen seis factores principales: las condiciones climáticas, los organismos que viven en él, su topografía, el material parental (material geológico inalterado), el paso del tiempo y el uso que le demos.  

Todo esto condiciona la calidad del suelo y define sus características. Por ejemplo, que sea más poroso, que acoja más o menos especies vegetales o que su textura sea fina o gruesa. Además, el suelo puede ser de diferentes tipos: arcilloso, calizo, limoso, arenoso, salino, etc. 

Del uso que hagamos del suelo dependerá su calidad. El problema está en que, a diferencia del aire o el agua donde la calidad se mide con estándares muy concretos, es difícil definir la calidad del suelo. Para ello, se suele utilizar el Marco de Evaluación de la Gestión del Suelo.   

Qué es la calidad del suelo

La calidad del suelo se refiere a la capacidad del suelo para proporcionar un entorno saludable y fértil que permita el desarrollo de plantas y otros organismos. Influye en la biodiversidad, la productividad agrícola y la salud ambiental. Como periodista medioambiental.

¿Cómo se mide la calidad del suelo? 

Hay muchos parámetros, pero uno de los más importantes es el grado de fertilidad del suelo, porque mide la capacidad que tiene de suministrar nutrientes que permiten el desarrollo biológico.   

Desde el punto de vista físico, el suelo se puede medir también por su estructura, su densidad y la estabilidad que posee, además de su capacidad de infiltración, la conductividad hidráulica y la profundidad del llamado “suelo superficial”.  

Según su composición química, el suelo se mide según la disponibilidad de nutrientes y micronutrientes, su carbono orgánico, el pH, la conductividad eléctrica, su capacidad de absorción de fosfatos y el nitrógeno total que acumula, entre otros elementos.  

Finalmente, en cuanto a sus capacidades biológicas se puede medir por la abundancia de macroinvertebrados que construyen galerías, nidos y compartimentos, por la existencia de hongos y por la tasa de descomposición de los residuos vegetales.   

Usos del suelo

El suelo acoge multitud de actividades. De hecho, acoge casi todas las actividades del ser humano, además de los ecosistemas terrestres. Las viviendas en ciudades y pueblos, las infraestructuras para el transporte, las industrias y las actividades agrícolas, forestales y ganaderas son las acciones humanas más relevantes que intervienen sobre el suelo. El resto del suelo, el que no está antropizado, lo ocupan los espacios naturales.  

En España, casi el 50% del territorio está ocupado por las actividades agrícolas (33%) y ganaderas (16%). Esto supone cerca de 23 millones de hectáreas, de las cuales más de 17 millones son de cultivo, especialmente de herbáceos (sobre todo olivo).   

Riesgos y desafíos que debilitan la calidad del suelo

Agricultura convencional

Cualquier uso humano del suelo le afecta de una forma u otra, pero la agricultura convencional impacta especialmente en la calidad de la tierra. Según el recientemente publicado “Atlas de los Pesticidas”, el uso de este tipo de productos en la Unión Europea ha aumentado en un 80% desde el año 1990, siendo España uno de los países que más los utiliza, con 75.774 toneladas en 2022. A nivel mundial, el uso de pesticidas se ha duplicado en los últimos 20 años.   

Pesticidas

Los pesticidas provocan efectos nocivos para el suelo, como la contaminación del ambiente abiótico (suelo, aire y aguas superficiales y subterráneas) y la muerte de organismos sensibles como insectos que, paradójicamente, son una barrera natural muy eficaz contra las plagas.    

Basuraleza

Pero por desgracia hay otro factor que amenaza la calidad del suelo: la basuraleza. En montes, bosques, playas… En cualquier tipo de suelo o territorio se produce este efecto indeseado por la falta de responsabilidad de algunos en la gestión de sus residuos. Todo tipo de materiales abandonados en la naturaleza (plásticos, colillas, residuos de demolición, neumáticos, objetos metálicos…) tardan años (y décadas) en degradarse expulsando sustancias tóxicas que se filtran en el suelo y lo contaminan. Por eso, es tan importante mantener el suelo, especialmente los espacios naturales, libres de estos contaminantes.  

El proyecto LIBERA de SEO/BirdLife en alianza con Ecoembes, trabaja sobre este problema organizando recogidas de basuraleza en espacios naturales y “salvando” a nuestros suelos de sufrir una degradación que todos podemos evitar. 

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